Joaquina había estado viviendo con el alma detenida con pincitas invisibles, no se la había pasado bien los tres últimos años de su existencia. Si bien dicen que la soledad es adictiva también a lo largo del tiempo desarrollamos una serie de mecanismos de defensa que nos hacen seres inocuos, esteparios e incapaces de adecuarnos a las circunstancias existenciales y un poco más que insensibles al dolor ajeno.
Agotada de tanto dolor físico y emocional Joa se dio a la tarea de vivir una aventura que había sido propuesta por una compañera de trabajo. Lila era atrevida y extrovertida, solo un par de años más joven que Joa pero con una sed loca de saber sobre lo que el futuro le deparaba y para eso tenía la inquietud de ir a visitar a Ángel, un chamán que gozaba de fama y respeto de sus vecinos así como de almas desesperadas por encontrar alivio, justicia y solución a algunas tribulaciones que nos las dejaban continuar su camino en paz y con dignidad.
Fue entonces que las dos decidieron comenzar este camino el cual, las llevaría a moverse por el espacio del mundo pagano y adecuarlo a su credo. ¡Ah, porque cómo deseamos lo prohibido!
Joa y Lila quedaron a las 6.30 de la mañana en la estación de camiones ya que el camino sería de unas cuatro horas más unos 45 minutos de transporte local a un poblado en medio de terracería y bosque de coníferas. Lila preparó unos emparedados de mantequilla de maní con su salsa secreta de chiles morita los cuales Joa jamás hubiera podido imaginar ni en sus más contrastantes ideas probar estos sabores dulces , picosos mas el crunshi de los tropiezos de los pedacitos de cacahuates que hicieron explotar en su paladar una serie de imágenes de su lejana niñez hasta sus maduros años, todas ellas relacionadas con la hora de las entrañables sobremesas de los abuelos, los padres con los hermanos y ahora con los amigos. Momentos en donde acomodamos al mundo y terminamos rediseñando a nuestra colonia. Conspirando con la teoría de juegos, la geopolítica y la economía. ¿Cómo es posible que hasta hace poco fueran capaces de crear escenarios complejos para cambiar a la sociedad internacional y hoy Joa y Lila sentían que sus vidas eran tan breves que podían estar contenidas en un reloj de arena olvidado en una playa remota sin que nadie pudiera detener o cambiar el sentido de esa arena magenta que se acumulaba en montoncitos al caer estrepitosamente por el ovillo central del contenedor del tiempo, el cual solo avanza y ya no se recupera.
Por fin llegaron a la casa del Chamán Ángel. El lugar era humilde, pero no menos limpio y además con una atmósfera de paz y armonía. Él las recibió como si su presencia se tratara de un invitado especial a quien él había estado esperando desde hace años, fue un sentimiento compartido entre los tres.
Cuando Ángel entraba en trance tomaba las características de un lobo: sigiloso, atento y protector.
En su lugar de trabajo había solo veladoras blancas de todos tamaños colocadas en forma de cascadas y en una mesa cubierta con manteles blancos impecables y bordados a mano con hermosos deshilados dando la impresión como de espuma finita, delicada y efímera como lo es la existencia y las promesas que se lanzan al aire en momentos desesperados pero que nunca cumplimos.
Ángel hizo una seña de que pasara primero Lila, mientras Joa esperaba en las sillas del patio dispuestas para los pacientes que querían atenderse y curarse por el don del elegido.
El chamán no cobraba por sus dones, él decía que quien es elegido por el ser divino tiene como misión la de servir y la curación es la más elevada de las virtudes porque tienes el poder de equilibrar todos los chacras y restablecer la energía para que fluya con las leyes universales de todos los tiempos y de todos los espacios desde el principio del primer día, del primer fuego y de la primera lluvia.
Lila tenía un nudo en el chacra del corazón y los genitales por eso le era imposible sostener una relación de largo tiempo. Porque ella misma no tenía la capacidad de amarse incondicionalmente, no percibía lo valiosa que era, su hermoso reflejo ni su dulce sonrisa. Pareciera irónico que a más bondad solo atraía parejas mas rudas. Ángel le hizo una limpia con tres blanquillos los cuales pasó por cabeza, hombros, brazos, pecho, espalda, abdomen y piernas acompañados de rezos en lenguas que nunca antes había escuchado Lila mas, sin embargo, la consolaron y le calmaron su ansiedad.
Ángel rompió cada uno de los blanquillos en un vaso con agua cristalina y les dio lectura para cerciorarse que no hubiera ningún otro mal de salud. Acto seguido pasó sobre su cabeza y espalda un sachet de hierbas silvestres y luego le hizo soplar con todas sus fuerzas y repetir “creo en mi” tres veces. Envolvió el sachet con un pañuelo blanco y lo metió a una bolsa negra. Le pidió a Lila que lo quemara en su casa en fuego avivado con carbón a la 11:11 de la noche.
Lila salió con un semblante diferente y le hizo una seña a Joa de que pasara despacio para no interrumpir al curandero en sus oraciones.
Cuando Joa dio los primeros pasos al cuarto santo tuvo la sensación de haber visto un lobo plateado, ambos se miraron pero ella no tuvo miedo alguno, solo quedó encantada ante esos maravillosos ojos gigantes y brillantes, sombreados y profundos con la intención de la belleza de los años transcurridos y la sabiduría ganada de generaciones de lucha y dolor.
Fue entonces cuando el lobo volvió en Ángel y le empezó a decir: Joaquina, tú estás prometida a la muerte. Hay una mujer que no te quiere en este plano y ha pagado una fortuna en magia negra para causarte asfixia letal. Dime algo, ¿acaso no has amanecido con tus sábanas amarradas fuertemente alrededor de tu cintura y cuello en varias ocasiones? Joa se quedó impávida y solo movió su cabeza asistiendo afirmativamente. No comas ni bebas nada de lo que ella te ofrezca y cuando te hable no te quejes, dile que todo va bien en tu vida. Porque entre más sufras y mas desdichada seas ella alimenta su odio hacia ti y su poder crece. Tendrás que visitar siete iglesias en una de ellas, la que más significado tenga para ti enciendes un cirio y rezas un Padre Nuestro. Al terminar esa encomienda tendrás que compra siete rosas blancas y visitar un cementerio, vas a elegir una tumba olvidada con la hierba crecida. Pegarás las rosas a tu pecho tomarás aire y luego al exhalarlo gritarás con todo: “vieja inmunda que solo conoce el mal y la envidia tu tiempo ya terminó y mi alma jamás tocarás porque estoy protegida por mis ángeles” y debes tirar con fuerza y carácter las rosas sobre el cemento mortuorio. Te volteas y te vas sin mirar, oigas lo que oigas, no mires.
Fue una visita intensa para ambas, incluso el chamán perdió mucha de su energía equilibrando las de Lila y Joa. Como regalo con intención de seguirlas protegiendo les obsequió con costalero rojo con carne de zorrillo, el cual tenían que usar todos los días prendido en su bra con un segurito y una gota de su perfume.
Les prometió que la siguiente vez que regresaran todo sería distinto y armonioso.
Volvieron a su vida de detalles y trabajo. Las cosas se empezaron a acomodar en su vida diaria. A Lila le llegó un amor más noble con la brisa del verano y a Joa se le fueron desvaneciendo los dolores físicos de la fibromialgia.
Tres mese después de su visita con Ángel, Joa recibió una llamada donde le confirmaban la muerte de su madrastra. La mujer que había pagado por años para que sufriera dolor y muerte. Comprendió que la envidia se desvanece a falta de reflejo que la alimente.
A la semana siguiente volvió Gonzalo, quien no supo comprender que a veces el dolor paraliza y no es imaginario. Joa vió tanto amor en los ojos de su Gonzo que lo único que le dijo fue una invitación a volver a empezar.